El crédito hipotecario es aquél que está dirigido a la adquisición de bienes inmuebles (por lo general, una vivienda). Este crédito está respaldado por una garantía hipotecaria, significando que si el deudor del crédito no pudiera afrontar el pago de las cuotas, el acreedor puede llegar a quedarse con el activo hipotecado. Como característica principal cabe decir que la cuantía máxima del crédito será la del valor del inmueble, no pudiendo ser en ningún caso superior al del inmueble a adquirir.
El rasgo distintivo de los créditos hipotecarios es la garantía hipotecaria. La compra del inmueble con el crédito que otorga la entidad financiera formaliza la operación. En este proceso, el inmueble adquirido queda gravado con una hipoteca. De esta manera, si llegara a producirse la falta de pago del crédito, dicha entidad o el acreedor correspondiente podría ejecutar la garantía hipotecaria. Esta ejecución consiste en que el acreedor puede vender el inmueble sobre el que recae la hipoteca para satisfacer la deuda de pago pendiente. Esto nos presenta ante dos situaciones:
- Si el importe obtenido por la venta es inferior a la deuda pendiente, el acreedor puede dirigirse contra la totalidad de bienes presentes y futuros del deudor, hasta lograr satisfacer la totalidad de la deuda.
- Si el importe obtenido por la venta es superior a la deuda pendiente, la parte restante deberá ser abonada al deudor.
Dado que la responsabilidad del deudor es tanto con la hipoteca del inmueble como con el resto de sus bienes (presentes y futuros), nos encontramos que en un crédito hipotecario existen garantías que en otros créditos (como los personales) no. Son estas garantías adicionales las que hacen que el tipo de interés aplicable sea inferior que en otros créditos.
Si bien un préstamo y un crédito son similares, en materia de banca tienen diferencias. En el crédito, el banco le otorga una cuenta al cliente donde éste accede al dinero que necesite y pagará periódicamente el crédito solicitado, con los intereses y gastos añadidos por la entidad.
Por otra parte, en un préstamo el banco le ofrece al deudor una cantidad fija de dinero, la cual debe ser devuelta en un plazo determinado, junto con los intereses. Suelen ser operaciones amortizadas en cuotas regulares a medida que el deudor lo va pagando, y en general son a mediano y largo plazo.
En ambos casos es una institución bancaria o entidad financiera la que presta dinero para que, a fin de un plazo, le sea devuelto junto con los intereses correspondientes.