Como hemos visto en artículos anteriores, las criptomonedas son un recurso considerable a la hora de realizar una inversión. Pero tanto el Bitcoin como el Ether están caracterizadas por una extrema volatilidad, lo que hace que su uso siga siendo riesgoso. Por eso se ha desarrollado un instrumento financiero que continúe asociado a la tecnología “Blockchain”, pero que consiga más estabilidad: las “stablecoins”.
Este nuevo tipo de criptomonedas están asociados al valor de una moneda “fiat” (como el euro o el dólar), a algún tipo de bien material, o también a otra criptomoneda. Este tipo de “criptomonedas estables”, como DAI o Tether, también pueden estar controladas por algoritmos, y el objetivo es lograr esa estabilidad que permita una inversión segura.
Si los diferenciamos en grupos, según su estrategia para lograr reducir la volatilidad, nos encontramos con dos tipos de Stablecoins: las colateralizadas o respaldadas son aquellas que están asociadas a valores externos; las no colateralizadas o no respaldadas emplean algoritmos para evitar las variaciones de precio, y su estabilidad dependen de la propia cadena de bloques. Dentro del primer grupo, diferenciamos tres categorías:
- Respaldadas con monedas “Fiat”: estas criptomonedas, como Tether y TrueCoin, están gestionadas por empresas que hacen las veces de entidad central, y se encuentran respaldadas por el dólar estadounidense. El Tether es uno de los casos más exitosos, habiéndose creado en 2014 con tecnología de blockchain abierta, teniendo una participación actual de 2.600 millones de dólares aproximadamente. Para utilizarla, el cliente debe depositar dólares estadounidenses en la plataforma y recibir USDT (token de la compañía), que son utilizables como cualquier otra criptomoneda. Si bien la empresa dice garantizar las monedas virtuales con dólares, no existen evidencias concretas de que cuenten con los suficientes para cubrir las reservas de todos los token.
- Respaldadas con criptomonedas: ese mecanismo es controvertido y se ejecuta de varias maneras. El DAI por ejemplo, emplea la plataforma Ethereum y es generada a cambio de Ethers, los cuales deben depositarse en mayor cantidad de lo necesario como una forma de sobrecolateralización.
- Respaldadas con otros bienes: aquí la criptomoneda está “anclada” al precio de un bien como el oro (puede ser un inmueble u otro). El G-Coin, por ejemplo, equivale a un gramo de oro físico cada uno. La empresa asegura que el mismo está almacenado de forma segura, y que mediante blockchain garantiza que no haya conflicto.
Por otro lado, las Stablecoins no colateralizadas emplean algoritmos para evitar las fluctuaciones de precio. Esto se logra gracias al blockchain y a “smart contracts”. USDX, por ejemplo, emplea algoritmos para que el precio del “token” esté virtualmente pegado al dólar, gracias al servicio descentralizado de los smart contracts que regulan su funcionamiento. Una de las contras de este tipo de monedas es su imposibilidad de sortear algunas regulaciones estatales. Tal es el caso del Basecoin, que debió dar por terminado el proyecto al saberse imposibilitados de cumplir con la regulación estadounidense.