Debido a la pandemia y las restricciones temporales, muchas actividades debieron reinventarse. En el mundo financiero, se puso de moda un viejo recurso, totalmente renovado: el cheque electrónico.
Si bien el Echeq tiene años de funcionamiento, recién ahora está alcanzando cierta popularidad, dado que surgen como una herramienta financiera alternativa para realizar pagos. Las estadísticas de su uso, duplican y triplican los datos de hace un año.
Para aquellos que necesitan continuar con sus negocios a pesar de la cuarentena, los medios de pago más apropiados son aquellos que se realizan enteramente de forma digital, ahorrando tiempo y disminuyendo errores. En ese contexto, el Echeq ha sumado muchos adeptos.
¿Cómo funciona el Echeq?
En principio, se rige con las mismas normas que el cheque tradicional. Es decir, puede ser común o de pago diferido, es endosable y tiene carácter de título ejecutivo. Pero tiene características propias que lo hacen atractivo.
La primera y principal es que circula puramente por medios electrónicos, a través de infraestructuras del mercado financiero autorizadas o entidades financieras.
Podemos encontrar muchas ventajas en un medio de pago de este estilo, enteramente digital. Estas son algunas de ellas:
- Reducción de motivos de rechazo: errores tales como la fecha o el endoso pueden llevar a un cheque a ser rechazado, variantes que con el Echeq quedan desestimadas.
- Seguridad: el sistema es menos falible, porque es menos factible que sea falsificado y otras cuestiones que comprometan la fiabilidad del medio.
- Reducción de costos operativos: la impresión del cheque físico y su procesamiento son un costo que el Echeq no posee.
- Emisión, endoso y circulación más sencilla: no por ser una obviedad es menos importante, pero el cheque online no hay que llevarlo ni traerlo, lo que simplifica la situación.
- Facilidad de operatoria ante motivos de rechazo: la devolución al banco digital es instantánea.
Entre las características que sí comparte con el cheque físico, el Echeq continúa pagando el impuesto a los créditos y débitos bancarios, según normativa de la AFIP. Sólo es un cambio de soporte.
Si bien no es una función obligatoria, cada vez más entidades financieras ofrecen el servicio, dado que es un instrumento financiero que requieren más clientes.