Los gastos fiscales se refieren a la ausencia de ingresos (o ingresos en negativo) que percibe la Administración Pública debido a las ventajas fiscales, las cuales son ofrecidas por la Administración Pública, haciéndose cargo de los efectos.
La forma en que la Administración Pública redistribuye los recursos entre los contribuyentes y los sectores de la economía son los gastos fiscales. Entre los recursos con los que cuenta, la Administración puede aplicar deducciones, exenciones o reducciones. La principal consecuencia es la de dejar de percibir determinados ingresos, provocando lo que se conoce como gasto fiscal. Podríamos decir entonces que el gasto fiscal es el costo que paga la Administración Pública por ofrecer determinadas ventajas fiscales.
Siendo que las ventajas fiscales del contribuyente repercuten en diversos gastos para la Administración (también llamado gasto público), podemos considerar entre ellos el retraso en el pago de determinadas tasas hasta las deducciones mencionadas, pasando por la aplicación de impuestos reducidos.
Si detallamos los gastos fiscales más habituales asumidos por la Administración Pública, encontramos:
- Reducciones: es la aplicación de reducciones en la base imponible sobre el que se fija el porcentaje del tributo.
- Deducciones: la Administración Pública rebaja la cantidad que le ingresa conocida como cuota íntegra. Se obtiene al aplicar el tipo impositivo sobre la base imponible.
- Exenciones fiscales: son los casos en los que no hay obligación de pago a pesar de que existe la acción imponible.
- Retraso en el pago de impuestos: frente a las dificultades que puede tener el contribuyente para pagar las tasas, se puede otorgar una prórroga para el pago a la Administración, o incluso fraccionar el pago.
- Tipos impositivos reducidos: son los casos en que se aplican los porcentajes impuestos que corresponden al intervalo más bajo del gravamen.