En artículos anteriores hemos visto a qué se le llama “el valor del dinero” y la estrecha relación que tiene con la tasa de interés. En ese esquema, hay un tercer factor fundamental que desarrollaremos aquí: la inflación.
¿Qué es la inflación? Es el aumento sostenido y generalizado, normalmente en el período de un año, de los precios de bienes y servicios en un país. En ese contexto, con cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios. En ese sentido, la inflación es un espejo de la disminución del poder adquisitivo de la moneda. Para medir el crecimiento de la inflación se utilizan índices.
Según sus causas, existen tres tipos de inflación:
- Inflación por costos: cuando el precio de las materias primas, tales como petróleo o energía, aumenta, el productor incrementa sus precios, en busca de mantener su margen de ganancia.
- Inflación por demanda: aquí se obedece a la ley de oferta y la demanda. Si la capacidad de producción o importación es superada por la demanda de bienes, los precios tienden a aumentar.
- Inflación autoconstruida: cuando hay una previsión de fuertes aumentos de precios a futuro, se comienzan a aumentar desde antes para lograr gradualidad.
- Inflación generada por expectativas de inflación: en países como la Argentina, con alta inflación, los trabajadores piden aumentos para paliar los efectos de la misma, y los empresarios aumentan los precios para no perder el margen, lo que genera un círculo vicioso de inflación.
También hay una clasificación de la inflación según la magnitud de su aumento: moderada, cuando el aumento de los precios se da de forma lenta, permitiendo que las personas se fíen del precio de las cosas a corto plazo; galopante, cuando los precios aumentan las tasas de a dos o tres dígitos, el dinero pierde su valor de velozmente y las personas viven con el dinero suficiente y el resto tratan de resguardarlo; hiperinflación, cuando el índice de precios aumenta a un cincuenta por ciento mensual, lo que habla de una crisis económica severa, la gente busca gastar el dinero antes de que pierda su valor.
En una de las formas de detener la inflación, la tasa de interés de la deuda pública es aumentada por los bancos centrales. Así también, la tasa de interés en los préstamos al consumo se incrementa. Por tanto, la demanda de productos es frenada por el aumento de las tasas de interés del consumo. La contracara de esta aproximación, es que al frenar la demanda de productos, se frena la industria que los produce, con sus consecuencias negativas.