El Bitcoin es una moneda virtual o “criptomoneda”. Es una unidad de pago que preserva el anonimato de sus propietarios, sin respaldo de un país o siquiera referencia física. Las transacciones con esta moneda se realizan a través de internet, utilizando códigos cifrados y que necesitan confirmación múltiple por los propios integrantes de la red (esto se logra mediante la tecnología de “blockchain”, a los efectos una especie de libro contable que registra la actividad de forma compartida).
El precio de los bitcoins se genera con oferta y demanda en sitios especializados en el comercio de monedas virtuales, cotizando en tiempo real. Un argumento en contra de ellos es que el aumento de precios se dará cuando aumenten los usuarios, criticando la característica piramidal del mismo. En su defensa, se contraargumenta que no hay una promesa de rentabilidad ni único emisor beneficiado. Actualmente, no es necesario mucho dinero para cambiar el precio del bitcoin, de ahí su volatilidad: se considera valorado en 300.000 millones aproximadamente. Para que sea relevante a la economía del mundo, debería llegar a 10 billones.
Los nuevos bitcoins se generan en un proceso llamado minería, en el cual individuos procesan transacciones y aseguran la red, y recogen bitcoins a cambio. El número de bitcoins creados se reduce a la mitad de forma automática en el tiempo, y se detendrá por completo cuando llegue a 21 millones de bitcoins, lo cual eleva su precio. A su vez, es de código abierto, por lo que cualquiera puede crear su propia versión modificada de la moneda.
Los bitcoins se adquieren en agencia de cambio en internet, para la cual hay que abrir una cuenta, depositar dinero y comprar la divisa elegida.
Si bien los amantes del bitcoin defienden la seguridad del proceso descentralizado, es cierto que el sistema podría ser vulnerado y, dado que las operaciones realizadas no se pueden anular y son anónimas, el robo de datos no tiene solución.
La pregunta del millón entonces sería: ¿es aconsejable invertir en bitcoins? Una base certera de la cual partir es que ninguna inversión es segura en su totalidad. Incluso los defensores de las criptomonedas han hablado en contra de invertir ahorros en monedas virtuales, dada su volatilidad. Es cierto que las rentabilidades acumuladas en el último año por ejemplo hacen que sea el activo de mayor revalorización de la historia. Como también es argumentable que en la actualidad comprar bitcoins para el ahorro se asemeje más a un juego de azar que a una inversión de la seriedad que se precisa.